Muevo piezas de marfil
en el tablero de ajedrez descolorido.
La batalla acaba de empezar.
Insectos alados se mantienen en vanguardia,
negros los ojos,
impiden la huida de mi espíritu débil.
Desgarro mi ser
buscando en la noche
la ventana entreabierta.
Susurro plegarias
suplicando al mañana una oportunidad.
Sólo deseo sentir en mi piel
la lluvia del próximo otoño.
Fuera de estas piedras
el día se duerme …
ya sólo luce la lámpara de aceite.
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