Ya no fluye la sangre
entre las grietas de la vida
ya no fluye la vida

Testigos que nunca nada han visto
me guían en la penunbra del destino
nunca ignorado pero jamás conocido

Ojos cerrados, cuencas vacías
y nada de lo que veo destella esperanzas

Grito palabras sin sonido,
que resuenan en ninguna parte.

Y en el fondo de la gruta donde habita la magia
muere la llama de la vida.

Fuego mortal que quebranta la noche
y encanta insectos que me espían
vertiendo mentiras.

Dulce rayo de luz mortecina, en otro tiempo deseado,
guía el destino de aquella serpiente de color.

Ignoro el final.

Recorro en silencio las salas oscuras.

Tallas de madera carcomida
vigilan cada paso que doy en la noche.

Ya sólo recuerdo del mundo exterior
las formas sin nombre
de un tiempo vivido,
tus ojos, sus manos,
tanta letra sin sentido.

El glorioso patriarca, al que todos veneran,
aparece de pronto escondido en las sombras,
detengo mis pasos,
respiro profundo
y por fin imagino que Tu estás aquí.

El aire helado del patio interior
relaja mi ser,
perfuma mi piel,
y de nuevo surgen atrevidos fantasmas
que guían mi senda sin rumbo
a un destino que yo ya no espero
a un futuro que yo ya no ansío
a un mañana que quizás no tendré.

Paseo en la noche callada
buscando la luz del alba
paseo
solo.

Défago permanece despierto en la noche
buscando incansable la ruta
que nos acerque al destino

Aquellos otros seres inertes que me acompañaban
se alejan, desconcertados, deseosos de saciar su apetito

Quedan ascuas en la oscuridad ardiente
aunque nada permite ya diferenciarlas
del frio invierno

Ella duerme cerca de mí
ajena al miedo que me impide respirar
y deseo con todas mis fuerzas
sentir su aliento en mi boca

Tú, pequeño amigo,
no estás ya

Y, al fin noto su presencia ...

Recordando a Javier

Descubro la tapa
de tu caja de los hilos
y no quedan colores en el fondo.

Si fuera tu pluma
la que escribe estos versos
vería correr, alegre, la tinta
pero en mis ojos
un velo de lluvia salada
me oculta para siempre tus palabras.

Escondido y callado,
libraste solo tu última batalla
sin mostrarnos siquiera
tus heridas de guerra.

Entre muros,
donde todo habla de dios,
tomo conciencia de tu marcha
y ni siquiera sé a donde has podido ir.

Tu y yo nunca hablamos de dios,
acaso de los dioses,
pero tu recuerdo brotará
cuando hablemos de Macuto.

Hasta pronto amigo.

Busco, con el último rayo de sol,
el refugio de la espuma blanca.

Nadie recoge ya piedras de colores
en la arena mojada
y un soplo de oscuridad brota de mi interior
cubriéndome la piel de un delirio insoportable.

Se apaga el sol a mitad de la mañana
y la piel helada no siente el acero que acaricia mis entrañas.

Extraños seres entran en mí
profanándome
y la vida corre lentamente
regando paisajes enterrados.

No temo a dios ni a la noche.

Temo sólo olvidar vuestras palabras,
perder mi reflejo en tus pupilas
y que la niebla que ahora habita en la montaña
baje hasta mis pies.

tantas palabras
tantos versos mal sonantes
tantos aplausos
tantos fingidos llantos
tantas manos desangradas
tantos rostros sollozando
tantos saludos
tantas mentiras soñadas
...
tanto nada

Oigo sólo tu respiración mojada

y busco en cada arco
y pregunto a cada piedra:

¿Qué significan todos los signos?
¿Qué hay detrás de todas las palabras?

El árbol que al cielo amenaza
llora lágrimas de sal.

Y ni un sonido perturba mi inconsciencia.

Estoy solo y sólo espero ver
las nieves eternas de la cumbre.

Estoy solo y sólo oigo tu respiración mojada.

Hilo de humo negro
enhebrado en el acero
es utilizado por manos inexpertas
para zurcir los rotos de mi corazón

Dejo brotar la sangre
manchada de tus lágrimas
y derramo sobre la arena el semen de mi boca

…

Busco en el camino que decíais
y la única flor que no me estorba
se esconde de vosotros

No digáis ahora mi nombre
reservado sólo para ella
ya no os pertenece
la noche lo ha cubierto de luz
y yo no puedo volver para admirarlo

Muevo piezas de marfil
en el tablero de ajedrez descolorido.

La batalla acaba de empezar.

Insectos alados se mantienen en vanguardia,
negros los ojos,
impiden la huida de mi espíritu débil.

Desgarro mi ser
buscando en la noche
la ventana entreabierta.

Susurro plegarias
suplicando al mañana una oportunidad.

Sólo deseo sentir en mi piel
la lluvia del próximo otoño.

Fuera de estas piedras
el día se duerme …
ya sólo luce la lámpara de aceite.

Adiós
me alejo sin remedio
de aquel tiempo que ahora me parece insospechable.
Desde la torre
del Castillo que nunca fue
veo como se agita
en un despido
la cinta roja que envolvió mi ser.
Anoche
mientras soñaba en mi destino
recordé que el viejo pájaro
de hierro
no consigue levantar el vuelo.
La sombra de sus garras
-que en otro tiempo
fue usada por el guerrero-
se pierde en la luz del laberinto.
Hoy
cuando el sol amanece
pierdo el sentido de la noche y ...
adiós