el azul celeste
sobrevuela
una sombra desvaída
se entrelaza
duermen las moscas en el interior
de la lámpara
tras el manchado cristal de la ventana
apenas si me descubro
desojando con un alfiler de terciopelo
las mariposas de la colección
entre dos suspiros un pezón amamanta
al hijo de yocanda
apago la luz
la cortina descorrida no deja oir
el vuelo de los ojos del jaguar
los anillos concéntricos
de igual tamaño dadores del frío
-amuletos sexuales codiciados desde el principio
por osiris-
se han desprendido de su vagina
de bronce
un labio laciniado sangra por la pared
tres espejos semicirculares se reflejan
uno a otro en un juego
inacabable
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