Escribir palabras sin sentido que brotan de un corazón
que no conozco,
al que sólo puñaladas de odio
mantienen en movimiento
el líquido elemento de la vida.
Aquel Mediterráneo
que en otros tiempos me dictaba el
destino
hoy se ha mantenido en absoluto silencio.
Ignoro por donde seguir caminando.
Desconozco que habrá mañana
al final del
espacio que aún queda por recorrer.
He desperdiciado todas las oportunidades.
Y aquellos a los que quise ya no están cerca.
Cierro los ojos,
dejo volar el pensamiento
y sólo consigo volver recorriendo una y otra vez el mismo
camino.
Retorna la espuma.
Tú, que comprendías este lenguaje,
hace años que no estás
cerca.
Tú, que nada entiendes de lo que ocurre,
centras tu atención
en nuevas vidas.
Pensé que ibas a suicidarte.
Y, sin embargo, aquello que siempre me molesta,
está ahora
colaborando conmigo.
Me mantiene a salvo,
colabora conmigo,
me sostiene,
consigue
restablecer el equilibrio que necesito.
De alguna manera, tú, a quien tanto odio, estás ahí.
He ansiado tanto disfrutar de tu boca.
Y ahora veo cómo te alejas calle arriba.
No habrá más oportunidades.
Ven rápido.