en las montañas del ayer
he conocido a la dama del volcán
que en un cielo ennegrecido
me mostró los rituales de la noche:
el salón infinito que ahora
alcanzo a contemplar será
con sus infinitas entradas
la gruta de la vida
la bóveda no será sino
un espejo donde se
proyectará toda la
felicidad no vivida
rodeados de pájaros que
vuelan bajo la tierra
estaremos
en nuestros cerebros no
habrá más una misma
piedra preciosa con un único
brillo reflejado en tus ojos
mis manos no serán mías
nunca más podremos volver
el humo de Sibánnac habrá
cegado mis ojos y buscaremos
nuestra propia muerte en el
primer suspiro
tu no serás más que una luz
una luz eterna sin fronteras
al amanecer quemaremos
incienso en una pequeña
barca amarilla repleta de
peces de colores que se
desvanecerán en el espacio
al primer rayo de sol
para entonces tú y yo habremos muerto